San Valentín || Atardecer en la playa
Lo que sucede en buen momento, justo para poder respirar algo de paz, tranquilidad... y amor.
Sí, porque es ese día otra vez. El día en que los novios se pegotean en la miel de su amor, el día en que los enamorados languidecen un poco más lentamente, el día en que los solteros juzgan al prójimo, maldicen al cielo o se sienten tentados de agarrar un bate y golpear parejas.
Para honrar este día, al atardecer aparecerán en la orilla del lago-mar una serie de románticas tiendas, llenas de almohadones, velas, fruta y fuentes de chocolate, para que los amorosos puedan ir a pasar una tierna velada en la playa.
Pero, además de eso, las tiendas cuentan con un curioso tipo de incienso. Cualquiera que respire el perfume de este incienso, inevitablemente percibirá el aroma que le recuerda a aquella persona que ocupa el lugar preferencial en su corazón. Ya sea un amante, un amigo o un familiar, el incienso les recordará su esencia a lavanda, a cuero, a mar, a galletas recién horneadas, a menta, a fruta madura, o a sol en la piel.
Si entras solo, atraído por alguno de estos aromas, es posible que pronto encuentres un acompañante inesperado, traído mágicamente (y en contra de su voluntad, claro) por Nadalandia. No podrán salir por un rato de la tienda tampoco, obviamente, porque la gracia es que nadie pase este día sin compañía, y la obtendrán, la quieran o no.
Pero estos pequeños contratiempos aparte, disfruten y aprovechen de esta velada, con la compañía con la que pueden contar el día de hoy. Algunos serán más afortunados que otros, pero como dice el dicho, en la guerra y en el amor todo se vale.
Por suerte, esta vez se trata de amor, y no de guerra.]
((¡Post de San Valentín! Agarren a su peor-es-ná y vayan a ser cursis. EW.))