Caminaban a lo largo del sendero del parque. Ella lucía un vestido corto color rojo y él su típica camisa verde con jeans oscuros, él siempre había sido muy formal a la hora de vestirse y ella sabía que a él le gustaba que vistiera cosas coloridas. Como si quisiese que todo en ella fuese lo opuesto, su complemento perfecto.
Hablaban de la vida, de lo que él había hecho cuando se separó de ella, de sus viajes y de los amigos que hizo en aquellos lugares. Ella estaba fascinada por cada palabra que salía de su boca, pensó que había extrañado tanto su voz que todo lo que él decía sonaba como música en sus oídos. Se mordía el labio inferior. No podía dejar de verlo, se tropezó varias veces por esa razón. Si, estaba segura que con nadie iba a sentirse así.
-Jamás te había visto tan sonriente como hoy- Le dijo ella esbozando sus dientes blancos.
-No te había visto en dos años, ¿Qué esperabas?, estoy muy feliz de estar aquí. Contigo- Bajó la mirada y la ubicó en la mano de ella, dudó unos instantes pero terminó tomándola, entrelazando sus dedos.
El suspiró y la miró arrepentido –Lamento mucho haberme ido sin avisarte, pero cuando supe que iba a ser por mucho tiempo pensé que te lastimaría menos si hacía como si nunca hubiese existido- Se mordió el labio inferior.
-Pues pensaste mal- Le dijo seria. Esos dos años habían sido agonizantes, nada la hacía feliz. Era como si una parte de ella se hubiese ido con él, siempre estaba vacía, su sonrisa era tan falsa como la de su antigua compañera Danielle Beaumont. Su frase diaria era “Estoy bien”, aunque en realidad no lo estaba.
Él le jaló suavemente el brazo para que se detuviera. Ella tenía la mirada abajo, para no tener la tentación de llorar. Él le sostuvo la barbilla, lo que la obligó a verlo a los ojos.
-¿Podrás perdonarme?- Su corazón su arrugó cuando notó que los ojos de ella se inundaban de lágrimas. Una. Dos. Tres gotas caían de sus mejillas, él las secó con su dedo índice. No sabía que hacer para que ella no estuviera así, la sostuvo de la cintura y se acercó un poco más a ella –Te prometo que jamás, jamás te dejaré de nuevo- Le dijo muy seguro mientras le colocaba el cabello detrás de las orejas.
Ella ahogó un sollozo -¿De verdad no lo vas a hacer otra vez?- Le preguntó con voz entrecortada.
Le abrazó la cintura de tal forma que estaban uno pegado al otro –No. Te amo, Sara. Jamás podría hacerte sufrir de nuevo- Luego de decir eso, de a poco fue acercando su rostro al de ella, para luego darle un beso suave en los labios.
En eso, un estruendo repetitivo hizo que se separaran. Él comenzó a desvanecerse en sus brazos.
-¡Thomas!, ¡Thomas!, ¡Lo prometiste!- Dijo ella rompiendo a llorar. Pero el ya se había ido.
Todo se puso negro y abrió los ojos. Dirigió la mirada hasta la ventana viendo el porqué había despertado. Una rama que se movía por el viento golpeaba el vidrio haciendo un ruido sordo.
Suspiró y se frotó los ojos. Caminó hasta el baño de su cuarto, dejando la puerta abierta. Tomó la bata de baño para cubrir su cuerpo desnudo. Se miró en el espejo. Cerró la puerta y rompió a llorar en silencio unos minutos.
Se lavó la cara y la secó con una de sus mangas. Salió del cuarto y se recostó de la pared, observando a la persona que estaba al otro lado de su cama.
Lawrence dormía boca abajo con su espalda descubierta. Siempre terminaban agotados después de haber hecho el amor toda la noche.
Caminó hasta la ventana y miró la rama que golpeteaba.
Sin Lawrence la vida carecía de propósito. Pero sin Thomas, todo era blanco y negro.
Si, estaba segura que con nadie más que con Thomas iba sentirse feliz.
Se encontraban en la casa Goulding esa tarde. Su madre estaba tomando el té con la vecina y su padre estaba trabajando; esa era la hora cuando normalmente él la visitaba, cerraban la puerta de su cuarto y se acostaban o se sentaban sobre la cama a únicamente disfrutar la compañía del otro.
Estaban sentados en el borde de su cama agarrados de mano cuando ella lo miró seriamente:
-Volviste a tus andadas ¿Cierto?- Le preguntó mordiéndose el labio inferior.
-No se a que te refieres- Le dijo él intentando lucir confundido.
-No me engañas, ya sé lo que hiciste el fin de semana, alta, irlandesa, borracha, tus favoritas- Procuró no parecer ni enfadada ni triste -No me preguntes como lo averigüé, solo quiero que me respondas una cosa, ¿Lo hiciste porque sabes que conmigo no puedes hacerlo o solo fue el momento que no pudiste desaprovechar?-
El joven no respondió en el momento, se limitó a acariciar la mano de su novia en silencio. Y esa fue exactamente la respuesta que ella esperaba.
-Hemos estado haciendo esto desde hace un año, hace mucho que olvidamos la edad que tenía- Le replicó.
-Pero es que Charlie...- Comenzó.
-¡No me vengas con 'Pero es que Charlie...'!, aún no se ha enterado de nada, y yo soy feliz con esto, ¿Tu no?- Lo miró expectante.
-Si lo estoy, claro que lo estoy, pero...- Se detuvo. Ese 'Pero' era lo que la tenía mal, sabía cual era ese pero, era lo único que hacía que la relación no estuviese del todo completa, por más que no lo quisiera admitir.
Ella suspiró y se levantó, se puso frente a él y luego, lentamente se bajó el cierre del vestido, quedando en ropa interior.
-Espera, no tienes porqué hacer esto- Le dijo él sin poder evitar mirarla de arriba a abajo.
-Prefiero que lo hagas conmigo a que te busques cualquier Irlandesa de un bar- Agregó antes de acercarse a él y comenzar a besarle suavemente en los labios, con las manos puestas en su espalda. Él correspondió con el beso con suavidad también, hasta que sus manos no pudieron evitar recorrer el cuerpo de ella de arriba a abajo, hasta que los besos se volvieron más apasionados.
Él se levantó sin dejar de besarla para quitarse la camisa, ella le ayudó quitándole el cinturón y el pantalón.
Con una mano, rodeó la cintura de ella y con la otra, le quitó con facilidad el broche del brasier.
Ambos estaban hiperventilando, se acostaron en la cama pero él se detuvo unos instantes para verla. Ella le acarició la mejilla y le sonrió
-Te amo, Alfie-
Entonces él la beso en la frente, para luego continuar besándola en todo lugar que tuviese piel.
Después de esa tarde ella había dejado de ser Emmita, la hermana pequeña de Charlie, de su Bro, convirtiéndose en Su única y perfecta Emma.
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