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Apr. 7th, 2010


[info]julieolivier

Lawrence Olivier & Sara Hodqkin

Esta va inspirada en el fic anterior. ¡Gracias por emocionar mi corazoncito! ♥

Lawrence Olivier y Sara Hodqkin

Apr. 6th, 2010

[info]nonsensepeople

Caminaban a lo largo del sendero del parque. Ella lucía un vestido corto color rojo y él su típica camisa verde con jeans oscuros, él siempre había sido muy formal a la hora de vestirse y ella sabía que a él le gustaba que vistiera cosas coloridas. Como si quisiese que todo en ella fuese lo opuesto, su complemento perfecto.

Hablaban de la vida, de lo que él había hecho cuando se separó de ella, de sus viajes y de los amigos que hizo en aquellos lugares. Ella estaba fascinada por cada palabra que salía de su boca, pensó que había extrañado tanto su voz que todo lo que él decía sonaba como música en sus oídos. Se mordía el labio inferior. No podía dejar de verlo,  se tropezó varias veces por esa razón. Si, estaba segura que con nadie iba a sentirse así.

-Jamás te había visto tan sonriente como hoy- Le dijo ella esbozando sus dientes blancos.

-No te había visto en dos años, ¿Qué esperabas?, estoy muy feliz de estar aquí. Contigo- Bajó la mirada y la ubicó en la mano de ella, dudó unos instantes pero terminó tomándola, entrelazando sus dedos.

El suspiró y la miró arrepentido –Lamento mucho haberme ido sin avisarte, pero cuando supe que iba a ser por mucho tiempo pensé que te lastimaría menos si hacía como si nunca hubiese existido- Se mordió el labio inferior.

-Pues pensaste mal- Le dijo seria. Esos dos años habían sido agonizantes, nada la hacía feliz. Era como si una parte de ella se hubiese ido con él, siempre estaba vacía, su sonrisa era tan falsa como la de su antigua compañera Danielle Beaumont. Su frase diaria era “Estoy bien”, aunque en realidad no lo estaba.

Él le jaló suavemente el brazo para que se detuviera. Ella tenía la mirada abajo, para no tener la tentación de llorar. Él le sostuvo la barbilla, lo que la obligó a verlo a los ojos.

-¿Podrás perdonarme?- Su corazón su arrugó cuando notó que los ojos de ella se inundaban de lágrimas. Una. Dos. Tres gotas caían de sus mejillas, él las secó con su dedo índice. No sabía que hacer para que ella no estuviera así, la sostuvo de la cintura y se acercó un poco más a ella –Te prometo que jamás, jamás te dejaré de nuevo- Le dijo muy seguro mientras le colocaba el cabello detrás de las orejas.

Ella ahogó un sollozo -¿De verdad no lo vas a hacer otra vez?- Le preguntó con voz entrecortada.

Le abrazó la cintura de tal forma que estaban uno pegado al otro –No. Te amo, Sara. Jamás podría hacerte sufrir de nuevo- Luego de decir eso, de a poco fue acercando su rostro al de ella, para luego darle un beso suave en los labios.

En eso, un estruendo repetitivo hizo que se separaran. Él comenzó a desvanecerse en sus brazos.

-¡Thomas!, ¡Thomas!, ¡Lo prometiste!- Dijo ella rompiendo a llorar. Pero el ya se había ido.

Todo se puso negro y abrió los ojos. Dirigió la mirada hasta la ventana viendo el porqué había despertado. Una rama que se movía por el viento golpeaba el vidrio haciendo un ruido sordo.

Suspiró y se frotó los ojos. Caminó hasta el baño de su cuarto, dejando la puerta abierta. Tomó la bata de baño para cubrir su cuerpo desnudo. Se miró en el espejo. Cerró la puerta y rompió a llorar en silencio unos minutos.

Se lavó la cara y la secó con una de sus mangas. Salió del cuarto y se recostó de la pared, observando a la persona que estaba al otro lado de su cama.

Lawrence dormía boca abajo con su espalda descubierta. Siempre terminaban agotados después de haber hecho el amor toda la noche.

Caminó hasta la ventana y miró la rama que golpeteaba.
Sin Lawrence la vida carecía de propósito. Pero sin Thomas, todo era blanco y negro.

Si, estaba segura que con nadie más que con Thomas iba sentirse feliz.

Apr. 5th, 2010


[info]julieolivier

Mi niño

Hannah se dirigía hacia uno de los sectores del San Mungo que nunca visitaba. En el camino recordaba su último encuentro con él. Había llegado con unos pocos moretones y rasguños, la clásica excusa, y ella lo había curado, como siempre. Luego se habían escondido en la sala de extracción de sangre, que sólo se utilizaba de mañana. Sin dejar de besarse apasionadamente en ningún momento, se quitaron la ropa e hicieron el amor en la camilla que había allí.

Más tarde, ella lo acompañó hasta el techo para que él buscara su escoba y se marchara. Se despidieron abrazándose y besándose como dos adolescentes, con la promesa de verse al día siguiente con más heridas superficiales para curar. Hannah había estado a punto de decírle algo en lo que no paraba de pensar hacía varios días, pero al final no pudo. Ya se lo diría al día siguiente.

***

Ahora se dirigía a su última cita con él. Ya no lo vería más y de sólo pensarlo se le llenaron los ojos de lágrimas. No imaginaba su vida sin él. Dobló por un pasillo, bajó unas escaleras y allí estaba: Una de las pocas puertas que nunca habían cruzado en sus encuentros, con un gran letrero que decía "Morgue" en la parte superior.

Sin dejar de llorar, entró a la habitación y lo vio. Estaba desnudo sobre la mesa central, tapado hasta la cintura con una sábana blanca. Hannah no pudo soportar la ola de dolor que se abatió sobre su pecho, quitándole la respiración y haciéndola doblarse en dos hasta caer de bruces sobre el cuerpo inerte de su amado Lawrence, de su amado niño.

Lloró por horas, recostada junto al frío cuerpo, recordando cada momento hermoso que habían vivido. Recordó aquel día en que él había llegado con el cuchillo colgando de la capa y había acariciado los labios de Hannah con los suyos, por un segundo, cuando ella se había acercado a quitarle la camiseta. Recordó todo, necesitaba hacerlo.

Y antes de irse del San Mungo, también necesitaría buscar algo en otra de las salas.

***

Cuando llegó a su casa aún tenía el rostro hinchado. Podría haberse recompuesto con magia, pero no quería ocultarle su dolor a Carter. Quería que él la viera así, quería confirmar lo que ya presentía.

Carter llegó un par de horas después. Encontró la cena servida y a Hannah sentada ya a la mesa, con los ojos vidriosos de llorar y una expresión vacía en el rostro que a él pareció complacerlo. Le sonrió a su esposa como quien le sonríe a un niño pequeño que ha hecho una travesura.

- Te perdono -, le dijo mientras abría una botella de vino, sin probar aún la comida.- Te equivocaste. Y te perdono.

Ella lo miraba sin decir una palabra, el odio y la tristeza surgiendo ahora en su rostro. Él tomó un trago largo, sin dejar de observarla, analizándola. Dejó la copa en la mesa y asintió, satisfecho de lo que veía.

- Algún día entenderás cómo funciona el mundo y me perdonarás también, querida. -Le dijo al ver que ella aún no hablaba. Luego tosió y carraspeó, tratando de quitarse el picor del vino de la garganta.

- Jamás te perdonaré -, dijo ella, levantándose y acercándose a él.- ¿Y sabes qué? Él logró algo que tu nunca pudiste, maldito impotente -, agregó con odio. Con una mano se acariciaba el vientre mientras caminaba.

Él trató de levantarse, mientras tosía aún más, pero no pudo moverse ni un milímetro. La comprensión se le dibujó en el rostro mientras su boca comenzaba a amoratarse.

- Su hijo heredará tu fortuna -, le dijo Hannah al oído, sonriendo y llorando a la vez.

Luego salió de la habitación, preparando un ataque de histeria falso mientras se comunicaba con el San Mungo. Pidió ayuda sollozando, diciéndole a la enfermera (o a su cabeza en la chimenea) que su marido había sido envenenado con una botella de vino que le habían regalado y que nada de lo que ella sabía parecía estar ayudándolo.



 Hannah & Lawrence

Hannah & Lawrence

Apr. 4th, 2010

[info]copynpastel

Brothers & Sisters (Parte I)

· Familia Duke ·


Regina - Meghan - Antoine - Faust

· Familia Olivier ·


Lawrence - Julie - Kyle

· Familia Vaughan ·


Beatrice - Dante

Apr. 1st, 2010

[info]blairrulez

Bartitas Parte 1


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[info]blairrulez

G Boys + plus de Blair



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Mar. 27th, 2010


[info]secretadmirer

Julie no llevaba más de dos meses en el departamento nuevo cuando recibió la primer lechuza de Joy. No, Joy no, Johanna. Porque para Julie, de Joy no tenía nada.

Intentó apartar la lechuza de su ventana, arrojarle comida para que se distrajera y alejara, pero nada. La lechuza estaba empecinada en entregar la carta. Julie finalmente la aceptó, dejando que la lechuza entrara por la ventana del living-comedor y desatando la carta de su pata. La lechuza picoteó en el aire, ahora dispuesta a aceptar los pedacitos de pan que Julie había estado arrojando, pero fue ignorada muy a propósito.

Julie caminó hasta su habitación y se encerró, molesta. La lechuza le quitó una rodaja de pan lactal, que estaba sobre la mesa, y regresó a su hogar. Julie se sentó en el borde de su cama, sacando la carta del sobre perfumado.

¡Julie! ¡A que no adivinas!


Julie hizo un bollo con la carta, lo guardó en el cajón de la mesita de noche y salió de su habitación para continuar preparándose el desayuno.

_____________________________________________________

La lechuza con cartas la visitó dos veces más durante el mes. Julie se decidió a leer la última que había llegado mientras se ponía los tacones para ir al trabajo. Pasó la vista rápidamente por el pergamino, salteándose los saludos, la información irrelevante que nadie le había pedido. Y ahí, casi al final de la carta, estaba lo importante:

Así que, ya sabes, ¡estamos a unas veinte cuadras! Cuando quieras venir a visitarnos...


Oh, no. Por Godric, no quería. Salió del apartamento con la carpeta bajo el brazo, porque siempre viajaba con una chica que había conocido en el elevador del Ministerio de la Magia que la esperaba a dos cuadras.

Mientras caminaba hacia allá se preguntaba si Jo...hanna se daba cuenta que no quería visitarlos. O se daba cuenta, pero como no entendía sus razones, insistía. ¿Le importaba realmente? ¿Y para qué quería verla?

Dobló en la esquina y suspiró mientras esperaba que el semáforo muggle cambiara de colores. Alguien le tocó suavemente el hombro.

-¡Julieee!- la voz de Joy resonó en sus oídos mientras alzaba los brazos para echárselos sobre los hombros. Altísima, hermosa, alegre como siempre. Y Kyle, a su lado, el brazo del que Joy se había sujetado todavía colgando en el aire. Él entendía. Le sonrió casi con tristeza, y Julie le devolvió el gesto por entre el cabello de Joy.

Mar. 24th, 2010

[info]blairrulez

Mina's Diaries

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Encima que tenés hijos con Pixie me insipirás... no vale.

PD: Ya Duke, saliste muy pálido, Ian tiene la culpa ¿?
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[info]secretadmirer




Perdón, pero para mí son OTP ♥ *terca ilusa*

Mar. 23rd, 2010

[info]copynpastel

Dudas Existenciales

- ...Y entonces, histérica, me preguntó que era lo que buscaba de la relación que teníamos. - terminó, frunciendo el ceño.
- Esa pregunta es más fácil que Kitty Heartshape. - resumió su mejor amigo, alzando una ceja. - Sexo.
- ¡Gracias! - otorgó el primero, asintiendo, como si la respuesta de su interlocutor fuera todo lo que estaba esperando. La respuesta era más que obvia a sus ojos. - ¿¡Qué diablos le pasa a las chicas de hoy?! Esa es mi pregunta existencial.
- Oh, es buena.
- Lo sé, gracias.

Y ambos callaron, mientras asentían en silencio, muy a la altura de la circunstancias. Después de unos segundos, Peers le sonrió a Sebastian, que todavía parecía indignado por el accionar de la ex de turno y lo señaló.

- ¿Quieres saber la mía?
- ¿Tu qué?
- ¡Pregunta existencial, Dude!
- Oh, Claro.

Peers se permitió unos segundos de suspenso para mirarlo, serio. Era todo un blef, por supuesto, y ambos lo sabían perfectamente. Pero era interesante fingir que podían ponerse serios, ahora que casi estaban por terminar el colegio, después de siete años.

- Si violas a una puta, ¿Se considera robo? - preguntó, Peers, inmutable.

Hay que darle un poco de crédito a Sebastian, intentó mantener la seriedad desde el momento en que su mejor amigo le ofreció compartir su pregunta con él. Pero no fue hasta que la oyó cuando empezó a reír a carcajadas, frenéticamente. Ese Peers...

- Es violación. - les dijo una voz femenina a sus espaldas.

Ambos giraron la cabeza, innesesariamente, por que reconocerían esa voz hasta en el fin del mundo. Blair Whitelow se sentó entre ellos, tratando de mantenerse en su papel de mujer dura y dominante, aunque la verdad era que la adorable y cómica estupidez de Peers le derretía el corazón. No hacía falta más que verlo abrir la boca para que sus defensas cayeran al suelo, irremediablemente.

- ¿Estás planeando violar a una puta, Pixie?
- No lo sé. - respondió, Peers bromeando, mientras alzaba los hombros.
- ¿Estás dispuesta a recibir dinero a cambio de sexo con Peers? - retrucó Sebastian rápidamente.
- Wow. No puedo pagarle. Soy pobre - aclaró Peers, empecinado en eso desde que tenía memoria.
- No eres pobre. - contestó Blair, al vuelo, por que si él era testarudo, ella lo era también.
- ¡ soy pobre!
- ¡Tu madre tiene una botica!
- ¡No puedes llamarle botica a unas macetas donde planta estragón!
- ¡Mantiene a toda tu familia!

Peers rodó los ojos y alzó la mano.

- De todos modos no pagaría. - aclaró, alzando un dedo. - ¡Eres mi novia desde hace un año!
- ...Y medio. - dijeron Sebastian y Blair a coro.
- ¡Peor aún! ¡Eres mi novia desde hace un año y medio y no hemos tenido ni un puto polvo!

Sebastian y Blair rieron al mismo tiempo, haciendo que Peers terminara también riendo con ellos. No reían de indignación de Peers con ese asunto, sino más bien por cómo la expresaba. La verdad es que la suerte de Peers y Mina no era buena. Cuando no los interrumpían amigos, eran familiares, cuando no profesores, cuando no fantasmas y así.
Tarde o temprano se habían terminado por resignar. Blair dejó de desabotonarse el primer botón de la camisa y subirse la falda, mientras que Peers... Bueno, no. Peers no había cambiado: Seguía tocándola inapropiadamente en lugares públicos y refiriéndose a sí mismo como 'El Peersinator'.
Una segunda chica se aproximó hacia ellos luego de oír las carcajadas, frunciendo el ceño, mientras Blair se pasaba un dedo por debajo del ojo, por que le estaban saliendo lágrimas de risa (O abstinencia, vaya a saber uno). Mina los miró, con las cejas alzadas.

- ¿De qué me perdí? - preguntó. Y supo de inmediato, cuando vio la cara de 'Voy a hacer un chiste' de Peers que se arrepentiría de no haber caminado en otra dirección.
- ¡De nuestras preguntas existenciales!

Mina asintió, entrecerrando los ojos. Oh, no. Oh, no. Ella conocía esa cara en Peers. Iba a decir algo sucio.

- ¿Quieres saber una mía?
- No. - que había aprendido a terminar las cosas a tiempo.
- ¡Mujer aburrida! - comentó, haciendo puchero, mientras apoyaba la cabeza sobre el hombro de Blair. - No quiere escuchar mi pregunta, Whitey. Dile algo.

El dicho diría que si le das la mano a Peers, él te toma del codo. Lo cierto es que en la opinión de Mina, el dicho necesitaba una modificación especial. Dale la mano a Peers y él te tomará de la teta.
Mina miró a Peers, luego a Blair y por último a Sebastian. Blair, babosa como sólo ella podía ser con su novio, abrió la boca.

- ¿Quieres saber mi pregunta existencial? - preguntó.

Mina frunció el ceño.

- Está bien.
- ¿Cómo se le dice a la violación de un novio de un año y medio? - preguntó, con media sonrisa pícara.

Peers la miró con una sonrisa. ¿Iba a intentar violarlo, de vuelta? ¿A pesar del seguro desastre que eso desencadenaría? ¿A pesar de que el destino quisiera que se mantuvieran castos y puros?
¡Ja! Score!

- ¿Nos referimos a Peers? - preguntó Mina, frunciendo el ceño.
- Claro. - respondió Blair, rápidamente.
- Oh. Le llamo caridad.

[info]blairrulez

-Gracias por venir- dijo Joy intentando disimular sus nervios, aunque el tono dejaba en evidencia que estaba ansiosa y expectante.

-Dejá de agradecerme soy tu amiga, voy a estar cuando me necesites- nada había cambiado entre ellas con el paso del tiempo a pesar de todos los eventos que atravesaron.

-Fred quiso acompañarme, pero el trabajo lo está matando, ya sabes… ese nuevo grupo es un boom…- al instante se dio cuenta que había metido la pata.

-No, no lo se- en una época escuchaba todas las cosas que pasaban en la oficina de Fred porque trabajaba con Peers, pero las cosas habían cambiado.

-Lo siento, no quise mencionarlo…- se mordió el labio, sabía que Balir no estaba lista para tocar el tema, así que no la presionaría al respecto.

-¿Estás bien? Se que no te gradan los hospitales desde el accidente…- Intentó cambiar de tema para aliviar las cosas, pero volvió a meterse con algo de lo que ella hablaba poco y nada: ‘El accidente’ le habían llamado, para no alarmar a la población.

Blair no contestó. Se distrajo cuando un doctor salió para llamar a alguien, deseando que fuese su turno, pero todavía faltaba. Cuando abrió la boca para decir algo, un ring la distrajo: no era normal (incluso para San Mungo) que suene el teléfono público ubicado en la sala de espera.

-Es para ti- Le informó Joy, resignada porque ahora tendría que ir al médico sola.

-Les avisé que estaría ocupada- pero a ellos no les importaban sus amigos, sus hijos o su matrimonio. Tenía que estar disponible las veinticuatro horas del día.

-Está bien, en serio, viniste hasta aquí y con eso basta-

Blair suspiró. -No voy a contestar- repitió tanto para ella como su amiga. Por suerte una enfermera entró el la sala.

-¿Señora Whelan?- le hizo una seña para que se acerquen –Lo siento, pero la Señora Johnson tuvo un accidente, la atenderá en su lugar…- ya no escuchaba la voz de esa mujer, se había trabado con la palabra accidente. Johnson era la cuarta sanadora que había tenido uno en lo que iba del mes. El teléfono volvió a sonar.

-Puedes ir, ni siquiera se si me atenderán- la mujer no entendió, porque no fue eso lo que le dijo a Joy, pero ella notó cuando Blair dejó de escucharla

Volvió a negar con la cabeza, pero su amiga la detuvo para susurrarle algo –Eres la Ministra de Magia Blair, tienes que ir- cinco segundos después, se escuchó el clásico ‘plop’ y desapareció.


Nota: bttp fanfics + maratón de Dr Who y Torchwood + Varios capítulos de Lost = esto.

Mar. 22nd, 2010

[info]lemonincest

Agarrada de las manos de su compañera no pudo evitar saltar por entre las camas de la habitación en una muy privada celebración, llena de gritos mudos, expresiones eufóricas y abrazos inesperados.

Después de dos largos años de preparación lo había conseguido y esa vez, ni una enfermedad, ni un profesor quisquilloso habían conseguido detenerla. A partir de ese día por los dos años de estudios que le quedaban en el castillo, pertenecía al equipo de quidditch de Gryffindor.

No podía esperar ni un segundo para ver su uniforme, que según fuentes no oficiales pertenecía a Lou el antiguo cazador, de quien decían nunca se bañaba, pero eso no importaba. Lo importante era que sería la nueva portadora del número seis y además sería una excelente jugadora, nadie tendría queja de ella, nadie, limpiaría su casillero, guardaría los bates, las toallas, los zapatos, lo que fuera necesario...

Estaba tan emocionada, que hasta limpiar la basura de Sirius se veía emocionante.

-¡Felicidades!

Detuvo su festejo, dejando que el resto de sus compañeras de habitación la abrazaran, le dieran besos en las mejillas y le llenaran los bolsillos de caramelos. Luego de unos minutos se vio arrastrada hacia la puerta, las escaleras, la sala común y la salida de la misma.

-Ve a decirle a John- le susurro la más rubia de sus compañeras de habitación, dándole un empujoncito.

Por unos instantes, la mirada azul de su mejor amiga choco con la suya y un pequeño apretujón en el estomago, le hizo saber que ir a ‘decirle...’ no era lo mejor, pero era imposible, su sentido común era un fiasco.

Con pasos largos camino en dirección al Gran Salón, toda nerviosa por lo que iba a hacer. No es que se le fuera a declarar, (no por Merlín, claro que no), pero era su amigo y era bueno comunicárselo ¿verdad? Oh diablos, las manos le sudaban demasiado, eso no estaba bien.

Al final del pasillo, justo al dar la vuelta, choco contra una persona que iba en la dirección contraria, un par de manos fuertes la sostuvieron por los hombros, impidiendo su caída.

-Lo lamento…, fue mi culpa. Oh, hola- la persona que le hablaba, con un acento muy irlandés del norte y unos modales muy británicos, era justo la que buscaba.

Mordió sus labios, distrayéndose un poco al mirarle el cabello castaño, los ojos verdes, la piel libre de acné, las mejillas sonrojadas, queriendo comprobar que nada había cambiado, sintiéndose estúpida al hacerlo. Y de nuevo ese apretujón, que le decía inconscientemente, que estaba mal, que nada saldría bien si hacía lo que la sonrisa de él le proponía.

Negó con la cabeza, realmente era una estúpida.
John era el mejor amigo que hubiese podido encontrar en toda su vida, era un buen chico y era simpático; le ayudaba con los deberes y la invitaba a tomar el té en el verano; tenía una casa muy bonita y una madre amigable; sabía jugar quidditch y era malo cocinando (lo cual era genial, porque así ella y sus cuestionables habilidades culinarias quedaban en alto).

-Quería decirte, que entre en el equipo de quidditch- informo, sonriendo nerviosa –Frente a ti, tienes a la nueva cazadora de Gryffindor.

A diferencia de las felicitaciones anteriores recibió un abrazo, uno muy reconfortante, cálido y lleno de buenas intenciones. Entrecerró los ojos, sintiéndose muy cómoda entre los brazos de su amigo, que había empezado a revolverle el cabello. Oh, eso seguía estando tan mal.

-Creo que le gusto a tu amiga

Busco algo de fuerza de voluntad en su interior y logro separarse de él. Mirándolo estupefacta, como si él estuviera diciendo una gran mentira o estuviera bromeando, pero no lo hacía, tenía una expresión sería y nada que delatara burla.

Esforzó su mente, intentando encontrar alguna señal o algo que le indicara cual de sus amigas era, dentro de su memoria, pero era bastante difícil percibir cosas tan delicadas como aquella para una persona como ella.

-¿Ah?

-La castaña de ojos claros.

¿Era eso? Ahora todo era más claro, si, sí que lo era. ¡A Sara le gustaba su súper amigo John! El que a veces era cretino, a veces huraño, a veces molesto. No, no podía ser verdad.

-¿Te gusta?- pregunto, convencidísima de que esa era la razón de semejante revelación, porque ella no merecía saber ese tipo de cosas de boca de otras personas.

La cara de John estaba muy cerca de la suya para cuando quiso averiguar porque no le respondía. Dio un paso hacia atrás, sorprendida, con las neuronas trabajando a millones de revoluciones por segundo.

-Le gustas- dedujo, alejándose otro paso de su amigo, el que le gustaba a su súper amiga. Olvido la felicidad que sentía, olvido que hacía frío, que estaban a finales de otoño y que extrañamente estaba en medias, y justo en ese momento, la mirada de Sara cobró sentido.

-Cath..

-Esto está muy mal John- dijo, sintiendo que el apretujón del estomago subía hasta su pecho. Esa situación parecía sacada de una telenovela, de esas que miraba su madrastra, en la que todos sufrían y morían al final –Le gustas a mi mejor amiga.

-Pero a mí no me gusta- se adelanto él, moviendo las manos nervioso, haciendo el amago de abrazarla de nuevo -me gustas tú.

Cathleen sintió que el mundo se le iba encima, porque en sus quince años de vida, jamás había experimentado una situación tan irreal como aquella, y sabía, que no habría otra si se empeñaba en que así fuera.

Termino por convencerse: era tan estúpida como un conejo desequilibrado.

¿Cómo podía no haberse dado cuenta antes? ¡Se suponía que eran las mejores amigas!

-Entonces nos vemos mañana- concluyo, convencida de otra cosa más: John seguiría siendo su amigo, ya no tan súper como antes, porque había cosas que no podía arriesgar a cambio de sentimientos efímeros, como su amistad con Sara.

Y entre ellas dos, no podía haber una ganadora y una perdedora. O ganaban o perdían juntas, los estados intermedios no eran validos.

Giro su cuerpo, asustada por el revoltijo de sentimientos que recorrían su cuerpo, y sin responder a los llamados de su amigo, regreso a su sala común con la misma cantidad de pasos largos que la vez anterior y con las manos menos sudorosas.

Al entrar, la vio sentada en el sofá con los ojos rojos y una expresión nunca antes vista en su rostro. Sintió un nudo en la garganta, que se apretaba más y más, con cada paso que daba para acercarse, sin que los azules ojos de su amiga dejaran de observarla.

-No lo sabía- y eso, era todo lo que era capaz de decirle, no habían escusas, reproches o palabras lastimeras que sirvieran. Había incumplido con sus funciones y su amiga, estaba en el derecho de golpearla y retirarle la palabra por el tiempo que quisiera.

Sara la abrazo, apoyando la cabeza sobre su hombro y reteniendo inútilmente un sollozo. –No te culpare jamás si decides salir con él- dijo con voz entrecortada.

Pero el solo pensar todo lo que había sufrido Sara al verla tan unida a John no hacía más que convencerla de su decisión: si se iba a enamorar, tenía que ser alguien de quien jamás pudiesen estarlo las dos al tiempo.

-No seas tonta, el no es de mi tipo.

Tampoco había vacilado al decir eso, los Gryffindors no vacilaban era algo ajeno a su naturaleza. John podía buscarse una buena mujer en otro lugar porque ella prefería quedarse con Sara, hasta encontrar a un chico del cual no pudieran enamorarse a la vez.

Ella necesitaba a alguien como… como… ¡Oh, rayos! ¿Qué no existía un chico lo suficientemente no apto para ambas? Por supuesto, necesitaba a alguien como Sirius Black, que era todo lo opuesto a lo que su amiga buscaba, si eso era. Con algo así todo iría muy bien, porque era como un plan a prueba de conejos desequilibrados.

Nota: Lalalalala... amo las cosas largas, y detesto el drama. Ok, miento :D

[info]secretadmirer

La puerta del consultorio se abrió. Mina, con los ojos cerrados, rogaba que le tocara una sanadora o una enfermera, en su defecto. Abrió los ojos alzando el mentón para encontrarse con la sanadora H. Forsyth, según lo que decía la identificación que cargaba con ella en el bolsillo superior de la túnica, donde sobresalía la punta de su varita. Exhaló por la boca, un poco más aliviada. Quizás si cerraba los ojos y deseaba con fuerzas que sucedieran las cosas, se le cumplirían. No todas, pero al menos todas las razones que la llevaron a San Mungo.

-Llegaron los resultados de tus análisis- comentó Forsyth, tomando asiento frente a Mina mientras revisaba los pergaminos. Mina se hizo hacia adelante en su silla mientras se apretaba las rodillas con nerviosismo. -Negativo en todos los virus mágicos- anunció la sanadora mientras revisaba el tercer pergamino para cerciorarse.

-Qué bien- comentó nerviosamente, clavando la vista en los dos últimos pergaminos.

-Tienes los niveles un poco altos...- murmuró en voz baja, releyendo algunas líneas. Alzó las cejas, apresurándose para no preocupar a Mina. -¡Oh! Claro- exclamó la sanadora, dejando los pergaminos sobre el escritorio, con una expresión más relajada -Felicitaciones.

Forsyth le extendió una mano, que Mina no tomó. Se quedó con la vista al frente, completamente perpleja. Sentía que la habitación se había dado vuelta, dejándola aferrada a los lados de la silla con una caída libre sin fondo.

-¿Estás bien?- preguntó la sanadora. Mina cerró los ojos. Que le dijera que se había equivocado, que murmurara sorprendida ‘Ah, ¿tú no eres Mrs. Smith?’, que admitiera que no trabajaba allí y solamente gustaba de personificar sanadores en su tiempo libre. -¿Miss Hayward?- ni siquiera eso.

-Sí, lo siento- Mina abrió los ojos, parpadeó y soltó la silla. -Disculpe, necesito salir unos momentos...- se levantó, señalando con el dedo índice la puerta detrás de ella.

Forsyth apoyó sus manos en los hombros de Mina, para sentarla. Mina se dejó, sintiéndose sin fuerzas.

-Quédate aquí. Volveré en unos minutos, y te traeré algo para beber- le sonrió amablemente antes de dejar el consultorio.

Escuchó la puerta cerrarse y se desmoronó. Enormes lágrimas escaparon de sus ojos y un fuerte dolor en su pecho hizo presencia, hundiéndola en el asiento mientras se cubría el rostro de las manos y lloraba, dolorosamente. Qué estúpida había sido, qué irresponsable, qué descuidada.

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Siete semanas atrás había visitado un pub en Londres céntrico con algunos compañeros de trabajo. Mina había estado particularmente stressada, el trabajo había empezado a consumirla completamente y sentía que cada vez tenía menos vida social. Los primeros meses no le había importado, porque tenía metas más importantes, pero esas metas se hacían cada vez más difíciles de alcanzar, y pasaban los años, y todavía no había logrado todo lo que quería de su vida. Cuando la invitaron, no dudó en salir con ellos. Se arregló, tomó coraje, se prometió no mirar el reloj cada diez minutos para preguntarse cuándo volvería a casa.

Había sido una salida normal. Algunos tragos, risas, música, nada en exceso. La estaba pasando bien, aunque no era una salida memorable, era relajante el saber que podía estar con otros, sentirse escuchada, ser vista...

Porque sentía que alguien, desde la barra, la estaba observando. Sus compañeros y ella estaban en una de las mesas del fondo, cerca de las mesas de pool. Mina se giró para ver por sobre su hombro. Alzó las cejas, anonadada. ¡Él, de entre todas las personas! Se levantaron de sus asientos al mismo tiempo, caminando hacia el punto intermedio en el piso del bar.

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La puerta del consultorio se abrió, y Mina se apresuró a sacar un pañuelo de su bolso para secarse las lágrimas. La sanadora entró y dejó frente a Mina una humeante taza de té. Se sentó nuevamente y la miró con empatía.

-Lamento tener que preguntarte esto ahora, pero...- Hannah se rascó la nuca suavemente. Mina tomó la taza de té con ambas manos, dejando que el vapor le bañara el rostro frío por las lágrimas. -Deberías pensar si volverás la semana que viene-

-¿Disculpe?- preguntó Mina, confundida, antes de llevarse el té a los labios y dar un pequeño sorbo.

-Es decir, ¿sabes si vas a quedártelo?

Mina exhaló por la boca. Sí, debería pensar al respecto. Pero ya sabía la respuesta, y en lo que pensaría serían las consecuencias de su decisión. Sintió el corazón pesado en el pecho, pero las ganas de llorar habían desaparecido. Volvió a empinar la taza, evitando la mirada de la sanadora.

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Charlaron sobre viejos tiempos, sobre la adolescencia que compartieron bajo el mismo techo. Las clases, gente en común, tiempos mejores y vidas despreocupadas que recien comenzaban. Mina se sintió parte de ese pasado, un pasado que al menos con él acababa de extenderse hasta el presente.

Ninguno tenía el suficiente alcohol corriendo por sus venas como para culparlo de lo que terminaron haciendo entre las sábanas de la cama de Mina. Cada beso, cada suspiro y cada sonrisa fue sincera en el momento. Ambos recapturaron una pequeña parte de la adolescencia que hacía ya casi una década que habían abandonado. Él la hizo sentir hermosa, inteligente y deseada otra vez.

Hacía siete semanas que no pensaba en él, pero desde entonces pensó más en sí misma. Y se quiso, se dedicó tiempo, recobró la tenacidad y buen humor de años anteriores.

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-No. - Mina dejó la taza vacía sobre el escritorio.

-¿Disculpa?- preguntó Forsyth mientras dejaba de escribir sobre uno de los pergaminos.

-No voy a quedármelo.

La sanadora la miró con una pequeña sonrisa. Durante los años había escuchado muchísimas decisiones apresuradas, y la mayoría cambiaba de opinión a los pocos días.

-De acuerdo. Comunícate con el hospital el miércoles para confirmar la cita, y nos veremos el viernes por la mañana, ¿te parece bien?

Mina asintió con la cabeza. Tomó su bolso y se puso de pie. Hannah la acompañó hasta la puerta, que abrió para ella.

-Gracias por el té, la veré el viernes.

-De nada. Hasta entonces.

Mina comenzó a caminar.

-Miss Hayward, espere - Hannah caminó hasta llegar a su lado. -¿Puedo pedirle que lo piense? ¿Y que piense en al menos en avisarle al padre?

Mina sonrió, encogiéndose de hombros. -Claro- concedió. Ya tenía una carta sin terminar sobre su escritorio para Dixon Peers con un simple agradecimiento, solamente tendría que agregar unas líneas más.

Mar. 21st, 2010

[info]nonsensepeople

-Charlie tranquilízate, no es lo que piensas- Comenzó a calmarle Alfie a su bro. 

-Dime que no es cierto, Alfie, solo dime que tu no- Charles tenía el rostro rojo, no sabía si por la rabia, la descepción o la tristeza. 

Alfie no dijo nada, ¿Que le iba a decir? ¿Que no era cierto? ¿Que no estaba saliendo con su hermana?, no iba a mentirle, maldecía cada segundo que pasaba a aquella persona que se lo dijo, todo iba a la perfección, nadie lo sabía, se veían los fines de semana, cada vez que podían, él la iba a visitar, pasaban un tiempo juntos, la relación iba bien, él era feliz y más importante que eso ella era feliz. 
Charlie golpeó la pared del departamento de Alfie con tanta fuerza que Voodoo salió disparado a esconderse debajo del sofá. 

-Bro tu no puedes hacer esto, ella es mi hermanita, ¡Le llevas casi una vida!- Le gritó y se alejó, si estaba cerca de él lo iba a matar, de seguro lo hacía. 

-No es así, tal vez le lleve algunos años, ¡Pero es perfecta para mi Charlie!, ¡Y yo lo soy para ella!, Emma es feliz conmigo, ¿No lo puedes entender?, ¿Prefieres que tenga algo con cualquier chico que lo único que quiere de ella es sexo?- Le dijo. 

Charlie se tapó la cara con las manos, sentía una frustración muy grande, por un lado estaba Emma, su pequeña hermana, la que esperaba que siguiese siendo una niña por toda la eternidad y por el otro estaba Alfie, su hermano, que de una u otra forma también la protegería, pero no lo podía permitir, ¡Sabía las cosas que él había hecho!, todas esas fiestas, las citas dobles que terminaban en sexo apasionado ¿Cómo creer que con Emma no iba a ser igual?

Suspiró -Te prohibo que la veas- Le dijo rotúndamente -Ella es mi hermana, no tu novia, no la verás, no le hablarás, no le escribirás, así cuando se olvide de ti todo seguirá como antes y aquí nada pasó- Esbozó una sonrisa forzada, imaginando que todo lo anteriormente dicho se cumpliría. 

-No puedo hacerlo- Le dijo Alfie serio -Ella tampoco puede, le rompería el corazón, a mi también se me rompería- Charlie lo miró incrédulo -Vamos Alfie, deja de jugar a eso del amor, sabes que no te sale bien- . 

Alfie negó con la cabeza y bajó la mirada, en ese momento Charlie entendió todo. 

-Te acostaste con ella, ¿Verdad?- La respiración de Charlie se comenzó a agitar -Lo hiciste, ¿Verdad?- 

Alfie lo miró a los ojos con su típica mirada penetrante -La amo, Charles, con toda mi alma- Le dijo sincero. 

-¿TE ACOSTASTE CON EMMA SI O NO?- Le grito con la varita empuñada, Alfie sacó la suya rápidamente -¡Dime!, maldita sea, ¿Tuviste sexo con mi hermana?- Charlie estaba desesperado, tenía los labios apretados.

Alfie no dijo nada. 

Iba a matarlo, lo iba a hacer, pero su mano no se lo permitía, estaba temblando, no podía hacerlo, no podía.
Apuntó hasta la puerta y un rayo de luz salió disparado y la puerta salió volando, Charlie caminó con paso decidido hasta la salida, pero antes de cruzar el umbral se volvió para ver a Alfie -Jamás te lo perdonaré- Y salió casi corriendo del lugar. 

Lo perdió, lo sabía, perdió a su mejor amigo, aunque en ese momento en lo único que pensaba era en Emma y en lo que Charlie iba a decirle. Solo quería que nada malo le pasara ni que la alejaran de él.

[info]tipicoboludo

"OK" Waleska se detuvo, alejándose unos centímetros de él. Lo miró, tomándose su tiempo mientras consideraba seriamente lo que estaban a punto de hacer. Pero ya habían llegado hasta ahí, no podía echarse atrás. Regresó a su actitud de siempre, tomando nuevamente el control.

"¿Estás listo?" preguntó, moviéndose para enfrentarlo.

"Sí, ¿estás segura...?"

"Claro que lo estoy" aseguró Waleska. "Sabes dónde va, ¿cierto?" nerviosamente impaciente acercó su mano a la de él, pero la retrajo.

"¡Sí!" exclamó, molesto.

"Porque hay otro cerca pero ese no es"

"Lo sé"

"¿Por qué no me dejas a mí...?"

"No, yo soy el hombre, yo tengo que hacer esto"

Duke afirmó su puño, Waleska se hizo ligeramente hacia atrás, apoyando sus manos sobre la alfombra. Cada segundo que pasaba la ponía más ansiosa, porque él no terminaba de acercarse para terminar con el asunto.

"...Duke, por Merlín, hazlo de una vez" lo apuró, apretando los dientes. Duke empujó, Waleska alzó la vista "¡Cuidado!" exclamó.

"¿Ya?" preguntó él.

"Yo creo que... no, no, ¡quítalo!"

Duke se quizo para atrás, molesto. Ya sabía lo que Waleska estaba por decir, y no quería oírlo.

"Deja, lo voy a hacer yo"

"No"

"Duke, si tú no puedes..."

Waleska rodó los ojos. Duke exhaló sonoramente por la nariz, molesto.

"Puedo"

"Tienes que ponerlo con más fuerza"

"¿Más fuerza? ¡Lo vas a romper!"

"Déjame, yo lo hago"

Duke lo cedió, Waleska se levantó para agacharse junto a él. Ella tomó el cable de la mano de Duke y lo insertó dentro del agujero que decía IN en la VCR.

Mar. 20th, 2010

[info]nonsensepeople

Momentos Especiales

Se encontraban en la casa Goulding esa tarde. Su madre estaba tomando el té con la vecina y su padre estaba trabajando; esa era la hora cuando normalmente él la visitaba, cerraban la puerta de su cuarto y se acostaban o se sentaban sobre la cama a únicamente disfrutar la compañía del otro. 
Estaban sentados en el borde de su cama agarrados de mano cuando ella lo miró seriamente: 
-Volviste a tus andadas ¿Cierto?- Le preguntó mordiéndose el labio inferior. 
-No se a que te refieres- Le dijo él intentando lucir confundido. 
-No me engañas, ya sé lo que hiciste el fin de semana, alta, irlandesa, borracha, tus favoritas- Procuró no parecer ni enfadada ni triste -No me preguntes como lo averigüé, solo quiero que me respondas una cosa, ¿Lo hiciste porque sabes que conmigo no puedes hacerlo o solo fue el momento que no pudiste desaprovechar?- 
El joven no respondió en el momento, se limitó a acariciar la mano de su novia en silencio. Y esa fue exactamente la respuesta que ella esperaba. 
-Hemos estado haciendo esto desde hace un año, hace mucho que olvidamos la edad que tenía- Le replicó. 
-Pero es que Charlie...- Comenzó. 
-¡No me vengas con 'Pero es que Charlie...'!, aún no se ha enterado de nada, y yo soy feliz con esto, ¿Tu no?- Lo miró expectante. 
-Si lo estoy, claro que lo estoy, pero...- Se detuvo. Ese 'Pero' era lo que la tenía mal, sabía cual era ese pero, era lo único que hacía que la relación no estuviese del todo completa, por más que no lo quisiera admitir. 
Ella suspiró y se levantó, se puso frente a él y luego, lentamente se bajó el cierre del vestido, quedando en ropa interior. 
-Espera, no tienes porqué hacer esto- Le dijo él sin poder evitar mirarla de arriba a abajo. 
-Prefiero que lo hagas conmigo a que te busques cualquier Irlandesa de un bar- Agregó antes de acercarse a él y comenzar a besarle suavemente en los labios, con las manos puestas en su espalda. Él correspondió con el beso con suavidad también, hasta que sus manos no pudieron evitar recorrer el cuerpo de ella de arriba a abajo, hasta que los besos se volvieron más apasionados. 
Él se levantó sin dejar de besarla para quitarse la camisa, ella le ayudó quitándole el cinturón y el pantalón. 
Con una mano, rodeó la cintura de ella y con la otra, le quitó con facilidad el broche del brasier. 
Ambos estaban hiperventilando, se acostaron en la cama pero él se detuvo unos instantes para verla. Ella le acarició la mejilla y le sonrió
-Te amo, Alfie- 
Entonces él la beso en la frente, para luego continuar besándola en todo lugar que tuviese piel. 
Después de esa tarde ella había dejado de ser Emmita, la hermana pequeña de Charlie, de su Bro, convirtiéndose en Su única y perfecta Emma.

Mar. 16th, 2010

[info]copynpastel

Algo cayó al suelo.
Volteó la cabeza y miró alrededor frunciendo el ceño. Nadie, de nuevo. Volvió a su locker, donde continuó enderezando sus bates por unos segundos y sacando unas prendas de ropa limpia, antes de cerrar la puerta. Nuevamente un sonido y su cabeza girando, con una expresión de fastidio. Puso el candado en su armario, sin voltear, y avanzó al medio de los vestuarios mirando alrededor.
¿Estaba imaginando cosas? Por que este no era un buen momento para empezar a alucinar. Este no era el momento ideal para darle el gusto de volverse loco. Nunca le daría ningún gusto a ÉL. No mientras pudiese evitarlo haciendo uso de toda su fuerza de voluntad.
Seguro había sido culpa de ÉL. Por que si vamos al caso, ÉL tenía la culpa de que su estado de ánimo fuera cada vez peor. Cerró los ojos, respirando (Inhala, exhala, inhala, exhala) y tratando de recordar quién era el capitán. Quién daba las órdenes. El poder era suyo, no de ÉL. Y eso era tendría que ser más que suficiente.
El rubio suspiró, pasándose una mano por la cabeza. Era el capitán, era el capitán, era el capitán Pero no podía hacer nada más que enviarle miradas de odio, por que ninguna tortura sería suficiente. Por Merlín, no había nadie que odiara tanto como a Lorenz Van Buren. Y eso es algo difícil de decir viniendo de un tipo como Dietrich Stover.
Lo cierto es que su equipo estaba lleno de idiotas. Dos chicas, un egocéntrico infradotado con complejo de superioridad, ÉL y el mejor amigo. Y Eugene. Pero bueno, Eugene no contaba en este caso.
El lado malo es que eran todos buenos en sus puestos, no importando su carencia de habilidades intelectuales. El lado peor es que no había lado bueno que sacarle a toda esta situación.
ÉL, Van Buren, era lo peor, se recordó. Lo peor del equipo. No solo era su guardián, lo que hacía que lo tuviese que ver en los entrenamientos. También compartía habitación con él. Y clases. Y a Diane. ¡POR MERLÍN! ¡No quería compartir a Diane! Gruñó, liberando un poco de su ira contenida, pero se detuvo al oír un nuevo ruido. Algo había caído detrás de él.
Giró su cabeza y miró alrededor. Frunció el ceño, mirando los espacios oscuros del vestuario, como esperando a ver a Van Buren ahí, burlándose.

- ¿Eres tu? - y era más que claro a quién se dirigía.

Pero nadie respondió y Dietrich terminó pensando que al final sí estaba loco. Que Van Buren lo estaba volviendo loco. Aferró su ropa, y tras tirar una toalla sucia al piso, la que había estado usando durante todo el entrenamiento, se metió en las duchas.
De dentro de un armario sin candado, salió un chico alto, rápido pero silencioso. Recogió la toalla con una mano y la alzó a la altura de sus ojos, con la boca entreabierta. Su expresión no coincidía con la de alguien que encontró una toalla sucia, sino más bien… Un millón de galeones. Ollie Newton se veía maravillado por la toalla sucia y raída de Dietrich. Tan maravillado, que se permitió unos segundos para perder la compostura y actuar como una adolescente maniática.
Dio unos saltos de alegría en su lugar, frunciendo la cara como si gritara, luciendo como una fanática loca en un concierto de uno de sus ídolos. Se mordió el labio inferior y se preguntó si sería correcto espiar a Dietrich mientras se bañaba. No, no, no. No había forma que no lo viera desde ahí. Pero desde afuera del vestuario...
Se encaminó hacia la puerta, veloz, y ésta se abrió antes de que la tocara.

- ¿Ollie? - preguntó Diane Roseveare, entrando. - ¿Que haces aquí? - Y su mirada fue directamente hacia la toalla raída y sucia de Dietrich. Ignoraba a quién pertenecía, pero sabía que Ollie odiaba sudar casi tanto como los hombres heterosexuales con joyería masculina (¡Era confuso! ¿Cómo vas a diferenciar a un homosexual de un heterosexual con joyas?)
- Uhm. Hola Diane.

Momento incómodo. Los dos se mantuvieron en silencio, como lanzándose preguntas telepáticamente. ¿Qué hacía Ollie ahí? ¿De quién era la toalla? ¿Por qué Diane llegaba a los vestuarios al mismo tiempo que Dietrich se bañaba? ¿Qué crema facial nueva estaba usando la Roseveare para que sus poros se viesen tan maravillosos?

- ¿Puedo ayudarte? – preguntó Diane, rompiendo el silencio. Y de nuevo, la toalla.
- ¿Puedo poseerte? - preguntó, entrecerrando los ojos. Ella era el genio, él era el espléndido. Tal vez ella le facilitara una respuesta. - Como el demonio a Linda Blair, no poseerte en el sentido sexual de la palabra. – rectificó después de unos segundos.

Diane se quedó unos segundos en su lugar, esperando que Ollie riese y le dijese que era un chiste. Nada ocurrió.

- Uhm. No lo creo.

Ollie chasqueó la lengua, expresando frustración en su rostro. Conquistar a Dietrich poseyendo a Diane sonaba como un juego de niños.

- Entonces no. Lo siento. - alzó un hombro. - Gracias, de todos modos.

Y salió, antes de que ella llegara a hacerle más preguntas.
Diane se quedó ahí, sorprendida, hasta que después de unos segundos algo le llamó la atención: Dietrich salió de las duchas, ceñudo.
La miró. Lo miró. Se miraron. Silencio.
Dietrich había olvidado buscar una toalla, por lo que iba a usar su toalla sucia. Volvería a bañarse más tarde en la habitación, de todos modos. Pero la toalla había desaparecido. Y en su lugar, estaba Diane. No tardó ni tres segundos en unir los cabos como más le hubiese gustado.
Volvió a la ducha, con media sonrisa, pensando que si Diane quería robarle las cosas y observarlo en silencio, finalmente habían encontrado puntos en común.

[info]secretadmirer

Don't Think Of Me



Tiene partes raras, ¡pero es difícil darle sentido! Hacía mucho que no hacía videos para el foro, espero que les guste a pesar de todo

Mar. 15th, 2010

[info]blairrulez

Por primera vez desde que tenía memoria se había arreglado como una chica: El pelo suelto le llegaba hasta mediados de la espalda, el flequillo (sin bicha ni hebillas que lo sujeten) le rozaba la parte superior de los ojos; llevaba una falda de jean que a penas tapaba las rodillas, la cual le traía problemas para caminar porque junto con los zapatos de taco mediano le complicaban la existencia. Lo único ‘suyo’ que utilizaba era una blusa beige de bambula, con las mangas holgadas y un cuello en V.

Sabía que vestirse así ayudaría a romper el hielo, a terminar con esa relación odiosa que llevaban desde que compartieron el bote durante el primer viaje a Hogwarts. Quería dejar de lado las peleas sin sentido, o esa rivalidad estúpida que tenían, porque sabía que en el fondo todo era producto de algo más profundo, un sentimiento que solo tenía con él, y estaba segura que era correspondido porque le respondía de la misma manera. Releyó por décima vez la carta que su madre le había mandado días atrás “tu puedes cariño, verás que si hablas con él todo será más fácil”.

Bajó las escaleras de la Torre, intentando mantener un ritmo tranquilo y que los nervios no la traicionen, pero ambas cosas le resultaron imposibles: primero porque ella estaba acostumbrada a caminar rápido, por ende se tropezó con sus propios pies unas cinco veces en menos de dos pasillos; segundo porque ante cada paso se lo imaginaba riéndose en su cara luego de escucharla, o haciendo algo peor. Sintió como gotas de transpiración bajaban por su rostro, y se limpió con el borde de la manga “Cálmate,todo irá bien” repetía en su interior, para poder retomar el paso, porque las Mazmorras todavía estaban lejos y sabía que lo encontraría en la sala común de Slytherin, o por sus alrededores.

Si le costó caminar con esos benditos zapatos por los pasillos, más difícil le resultó atravesar gran parte de los calabozos, pero por fin creyó haberlo visto, o por lo menos escuchado. Se asomó a un aula vacía que a penas estaba alumbrada, y fue cuando la peor de las posibilidades se le hizo presente: Efectivamente era él, pero no se encontraba solo, estaba matándose a besos con otra chica de Slytherin como si fuese el final de sus días. Sus ojos lagrimosos lo miraron así por última vez, para luego girar y salir corriendo, tropezó en el intento pero nadie lo notó y siguió su camino hacia el baño de chicas mientras que se juraba no volver a hacer algo así en su vida.

-Gwen… cielo, te quedaste dormida en la oficina otra vez, ya es hora de irnos- Por suerte, la voz de Magda acababa de despertarla de ese horrible recuerdo, que con el tiempo se había transformado en pesadilla.

Nota: Lo se, dije que no iba a escribir, pero me tenté. Espero que zafe aunque sea un poquito.
PD: ¿Alguien sabe porqué no me toma el html para darle formato al texto?

Mar. 14th, 2010

[info]blairrulez

G-Girls

Como no escribo fics (tengo un trauma irreparable, perdón). Pongo mi granito de arena participativo para mostrar los fotomonajes que hago con el photochot. Mi idea es ir armando a los distintos personajes con su uniforme, pero tardo un tiempo con cada uno, así que iré actualizando la lista a medida que arme cosas copadas. Las protagonistas del primer set son Joy, Mina y Blair. Espero que les guste.



(Para ver más hacer clic en la imagen)

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