Cómo ciudadano honorario del cementerio dónde crecí, me concedieron, mientras tuve ciudadanía, algunos de los dones que tienen los fantasmas, eso incluía poder atravesar cosas sólidas en el cementerio.
Las veces que, en la mañana, me has visto frotándome la cara, generalmente son porque he seguido muy dormido y olvidé abrir la puerta.