[Si un corte abre tu apetito, entonces puede que sea un poco más problemático cuando el filo de la navaja se deslice por la cicatriz de su torso, como si quisiera abrirle la vieja herida de nuevo.
Los dedos presionan el sangrante corte, queriendo ver dentro del mismo para poder satisfacer el retorcido deseo. Y luego sobre esa cama el arma blanca pasará de una mano a la otra inflingiéndose daño, tiñendo las sábanas de rojo cada vez más...]