[No necesita ser un genio, o haber visto parte del resultado de eso ya, para saber que esto no va a terminar bien.
Lo que sí lo sorprende, aunque sólo en parte, es esa oleada de pánico. Porque entiende ese terror, de ver a alguien querido en peligro y sentirse impotente. Pero cuando te mueves para cubrirlo con tu cuerpo, no es sólo tu pánico el que siente, y vuelve a gritar tu nombre, aunque otra vez su boca no llega a emitir sonido.
No.
Se tambalea, por la sensación de dolor y de sentidos alterados, y al mismo tiempo intenta acercarse a ti, dejándose caer de rodillas a tu lado. Su atención está puesta en tu rostro sangrante, pero porque la tuya está puesta en lo demás, llega a percibirlo también. La lucha, el disparo, el cuerpo que cae al agua.
Ese acto de piedad que no lo es, realmente. Si pudiera dispararle a ese hombre de regreso--]