[¿Qué? ¿Finalmente estás aceptando quién es el piloto superior aquí?
[Por supuesto que su primera reacción es desviar el tema y no simplemente aceptarlo cómo un gesto de buena fe, pero lo cierto es que incluso a sus oídos su réplica suena débil y carente de mordacidad, el aún extraño afecto en su pecho descolocándolo como usualmente lo hace cada vez que el rubio sale con cosas de este tipo. Quill, solo gira los ojos y ríe a forma de respuesta.]
Segundo mejor piloto, ¡y estoy siendo generoso aquí, hombre!
... uh huh, jodiste otra vez tus botas jet y quieres que te las arregle, ¿verdad? Te dije que las aceitaras más seguido, pero nunca haces caso.
¿Qué? ¡Claro que no! [Una pausa. Una mueca, seguida de una expresión de culpabilidad.] Okay, quizás las eché a perder un poco, pero ¡siempre me arreglas mis cosas de todas formas!
No me digas eso o voy a empezar a cobrarte.
¿Quieren, por favor, dejar de reñir y alguno de los dos solo tomar el mando de la nave?
Eh, puedo hacer ambos.
[La nave, que había comenzado a vibrar por el par de asteroides que los habían golpeado en su escudo iónico, se estabiliza y empieza a volar expertamente a través del campo de asteroides. Y si toma el camino largo nadie le reclama nada al respecto.]
Hey, te apuesto cincuenta unidades a que no puedes hacer un Barrel Roll invertido pasando en medio de esos dos pedazos grandes.
Prepárate para perder, Star-Lerdo.
[Ambos sueltan una risotada cuando la nave se va de golpe hacia atrás y gira en aire dos, tres veces antes de acelerar y pasar en medio de las rocas a un pelo de aplastarlos.]
Las mejores cincuenta unidades que he invertido.
[Él por su parte no puede dejar de sonreír en todo momento, menos mientras siguen apostando para hacer maniobras cada vez más peligrosas, y solo se detienen pro que son reprendidos luego que uno de los asteroides los golpeara cerca de una de las turbinas. Y luego de salir del campo de asteroides no te pide el mando de vuelta, aún después de reñir otro poco sobre quién tiene derecho a elegir la música, si el Capitán o el que conduce. Sea como sea aquel sentimiento-- que podría definirse cómo pertenencia hasta cierto punto, pero incluso parece demasiado más grande que lo que puede encapsular esa palabra-- nunca le abandona.]