[La ira que la llena se siente ajena, pero lo suficiente para sentirse indignada ella misma. ¿Cómo se atreve? El descaro es insultante.
Aun así ver la forma en que te paras y te le plantas, enfrentarlo de aquella forma temeraria porque obviamente no vas a dejar que nadie pase sobre tí-- incluso cuando de un momento a otro finalmente te reconoce dentro del sueño-- tiene que admitir que eso es jodidamente genial.]