[No, no es hambre. Es algo más cruel que eso, en cierta forma. Y el horror y la confusión pronto aumentarán de intensidad, en imágenes vertiginosas en las que sólo consigue atisbos del cielo, de las sombras de calles y edificios, y de ese rostro pálido e infernal. Sus propios gritos y jadeos, sus súplicas en francés.
Y de pronto las imágenes se detendrán de golpe, y todo se volverá negro. Cuando vuelve a abrir los ojos (cuando se abran los tuyos, porque así es como lo percibirás), estarás de nuevo en medio de la oscuridad. Pero una oscuridad... sofocante, densa y húmeda, con el aroma de la muerte tan presente en el aire que podría palparse.
Son sus jadeos asustados los que se escuchará por varios momentos en ese silencio, hasta que suelte un sonido de horror cuando note el primer cuerpo, los ojos abiertos e inexpresivos, tendido sobre el piso de piedra junto a él.]