[Por suerte cuando la puerta se abre siente un pequeño alivio, porque a escena entra otro adulto, un joven doctor que intercambia algunas palabras con esa mujer de aspecto distorsionado.
La mujer habla de que todo va a estar bien, que no hay de qué preocuparse... y de pronto después de acariciarle la cabeza en un gesto maternal, se retira para que el doctor pueda hacer su trabajo tranquilo.
Los chequeos podrán parecen ser habituales y está bien, no le disgustan. Son estos pequeños momentos en los que se siente seguro... y en los que siente que alguien genuinamente se preocupa por él.]