[No tiene que, no puede, debería ser... invulnerable. Por eso se nota la desesperación en su voz cuando le pide al médico que lo salve.]
[De pronto quizá sientas todavía menos control, porque los eventos se aceleran, como si sucedieran demasiado rápido. El herido ya está en una camilla, y hay demasiadas personas para ser sala de urgencias, y demasiadas armas a la vista. La aguja se quiebra contra su piel, la tensión aumenta, y todo vuelve a un ritmo normal cuando logran sacar de su herida... ¿un pedazo de vidrio verde?]