Cuando llegue finalmente a la arena, caerá de rodillas, pero a pesar de todo depositará con cuidado el bulto que traía en sus brazos sobre la arena. Y ese bulto resulta ser más que sólo tela-- hay un bebé, dentro de él. Un bebé con los ojos cerrados, que parecería estar durmiendo plácidamente, si no fuera por el color azul de su piel.
De inmediato ella llevará sus manos sobre el bebé, murmurando palabras en un lenguaje desconocido, algo que tal vez reconozcas como un hechizo. Pero nada sucede.]