[Te la ha mostrado antes, de formas muy dramáticas, pero parece que eso no vale de mucho ahora.]
Le llamé la atención, como cualquier profesor hubiera hecho con un mal estudiante. Pero veo que no importa qué diga, lo usarás en mi contra, porque hoy has decidido ser su defensor por algún incomprensible motivo. [Alza las manos, en un gesto como de rendición.]
Personalmente, creo que ese hombrecito no merece besar tus botas, mucho menos respirar el mismo aire que tú, pero si ir a perder tu tiempo con él es lo que realmente quieres, no te detendré. Porque quiero que tengas lo que quieres, St. Louis. Quiero que seas feliz, y parece que esta noche has decidido que yo soy incapaz de ofrecerte eso.
[Bota su cigarro a medio fumar al suelo, y lo apaga con el borde de su zapato, como disponiéndose a irse. Y sí parece ligeramente amargo al decir eso último.]