[Por suerte, por más que se haga el cocorito a veces, sabe reconocer una mirada peligrosa cuando la ve. Y eso lo hace bajar como cincuenta revoluciones-- aunque sí resopla de nuevo. Su tono es mucho menos desafiante.]
Bien. Me doy cuenta cuando ya no soy bienvenido en una clase. Ya fui suficientemente sorprendido, gracias.