[Se sienta detrás de ti para que estés entre sus piernas y pueda estarte abrazando, su barbilla contra tu hombro. GENERALMENTE tú eras el del quéspaciopersonal pero te ha extrañado demasiado]
Cuándo estuve en Praga el año pasado encontré una tienda de libros de segunda mano que también hacía hechizos. En un principio me emocioné hasta que vi que el dueño usaba los hechizos para crear pequeñas maldiciones para quienes le compraban libros. Nada mortal, pero sí causaba que la persona tuviera que volver dos o tres veces y comprar más cosas para quitarse la maldición.
Le di la oportunidad de que dejara de hacerlo y que hiciera lo correcto con todas las personas a quienes había engañado. En lugar de eso trató de maldecirme a mi.
Quizá yo ya había puesto unos... ¿setenta y seis? amuletos que reversarían cualquier maldición que ese hombre casteara sobre mi hacia él. Nada demasiado serio, por supuesto. Pero invasiones de hormigas, goteras, perder sus llaves constantemente...