[Él sigue sintiendo el sabor de tu sangre en su boca, y a pesar de que puede sentir tu carga nerviosa de nuevo, extraña por un momento escuchar tu corazón. Te rodea con un brazo, llevando su otra mano a tu pecho, sobre donde debes tener un marca de regreso.]
Creo que hay cosas que no cambian. [Entre ambos, es decir.] Había un incendio, ¿no es así? Y dijiste que tu corazón era mío.