[No va a ser tan difícil ubicarlo, cuando seguramente al resto de la gente le resulte extraño o llamativo el pálido hombre vestido de negro que no huye de las llamas, ahí de pie frente a una iglesia.]
[Está en medio de la iglesia, caminando hacia el altar cuando te escucha. Y no voltea, sino que simplemente cierra los ojos y sonríe apenas, sin mucho humor, creyendo que es su imaginación la que le juega trucos de nuevo. Al menos podrá escuchar tu voz una última vez, incluso si no es real. Puede pretender por un segundo que te importa.]