[Esa respuesta lo paraliza, y lo deja lívido un momento. Porque ni siquiera eso puedes darle-- ¿Tan poco importó para ti? ¿Ni siquiera como un enemigo, después de todos estos siglos...?
Y el pensamiento lo enfuerce, y lo hace odiarte. A ti y a tu egocentrismo y egoísmo. Y le hace odiarse y estar furioso consigo mismo también, por mostrarse ante ti de esta forma, por todo el tiempo que invirtió en alguien que le daba absolutamente lo mismo.]
[Así que lo sentirás gritar detrás de ti, furioso:]
¡¡Vete, entonces!! ¡¡Y no intentes buscarme de nuevo, porque no me encontrarás!! ¡¡No quiero volver a verte jamás!! [Pero no va a seguirte.]