[Siente el corazón en la garganta de puro pánico, que no hace si no aumenTAR cuando te escucha así, que lo revuelve un poco imaginar el dolor que debes estar sintiendo.
Desearía tener un arma ahora mismo, aunque nunca haya disparado una. Se pone a mirar frenéticamente alrededor, y lo primero que encuentra son un par de piedras grandes. Las toma ambas, y se da impulso (esperando no fallar y darte a ti dsfdg) para lanzarlas al costado o a la cabeza del monstruo, donde sea.]