[Hay un joven rey, por aquí, sentado hacia un rincón del centro deportivo. Y hoy realmente aparenta lo que es, porque la magia de esta tierra lo ha vestido con sus ropas reales narnianas. Con la ropa que usaba, de hecho, el mismo día que regresó a Londres dándole caza al Ciervo Blanco.
Y tiene una expresión grave, melancolía y madura que probablemente lo haga parecer más el adulto que es, el sabio rey que es, mientras mira un papelito entre sus manos. Un boleto de tren. Un boleto de tren con salida para esta noche, que no indica un lugar de destino, pero que no necesita que lo diga, porque en el fondo de su corazón lo sabe. De alguna forma, siempre lo ha sabido.
Está en ese rincón solitario, sentado, pero por efecto del día probablemente no dure mucho solitario. Y está bien. Apreciará la compañía. Y necesita despedirse, después de todo. Porque duda que sea un viaje con retorno.]