[No para de correr, acomodando el arma en una mano como puede, y siente la garganta atenazada por el miedo, el corazón latiéndole con más fuerza cuando nota que pareces estar perdiendo la consciencia de nuevo.]
Hey. Hey, Kim-- Quédate conmigo. No te duermas, no-- Te juro que si te mueres encima mío, voy a ir a patearte el trasero al cementerio, ¿me escuchas, bastardo?