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[Se recarga un poco más de ti, frustrada pero atenta a los ruidos que se oyen mucho más cerca.] N-No, Vanitas. Ya dije que no pretendo que cumplas tu promesa de esta forma.
[Pone las manos en tus hombros para mirarte fijamente. Y con la misma impulsividad con la que te besó la primera vez, vuelve a hacerlo aunque esta vez sobre una mejilla a modo de disculpa.] Por favor, no me odies por esto.