[Se detuvo en cuanto sintió tus brazos rodearle. Es algo extraño eso viniendo de ti, pero no le disgusta.]
[Bajó sus brazos para dejar la ocarina descansar sobre sus piernas y mira sus manos. Sube una más o menos a tu nivel, mostrando dos dedos. Habían sido dos años, desde que el demonio lo había acogido.]