[Acá hay un doctor que podría apreciar una afeitada y un recorte a su bigote, pero que ahora mismo se conforma con calmar un poco la rigidez de su pierna, y probablemente entre al agua con un suspiro muy largo.
Tiene su arma a mano, eso sí, y su naturaleza victoriana lo obliga a preocuparse de guarda el pudor, y no estar a la vista de cualquiera-- estos no son los baños turcos, después de todo.]