[Eso le saca un jadeo adolorido, porque ya no puede apagar sus nervios, y luego se ríe de nuevo, aunque cada vez suena menos como a una risa.]
¡Bien, claramente a ti no te importa! [Trata de poner más distancia entre ambos, aún dándote la espalda, ponerse de pie para que no lo alcances.] Pero no hables por mí.