Cuándo un dios decide engañar a tu de por si asco de persona padre, tienen sexo, y luego de unos meses va y tira a tu repollo sorpresa con un 'es tu problema ahora', varias cosas pasan. Una, tu nueva y flamante esposa no se divorcia de ti pero sí que te deja en claro que no va a encargarse de tu error. Dos, tienes un hijo que nunca esperaste tener. Tres, porqué no seguir la heróica costumbre de desquitar un momento de calentura contra ese hijo.
A eso agrégale una identidad de género fluida en ese hijo, y tienes una receta para que un padre latinoamericano decida que tienes unos cuántos diablos metidos.