¡No te enojes conmigo como si me supiera toda tu vida y por lo que has tenido que pasar! ¡No tengo manera de conocer esas cosas que dices, ni siquiera venimos del mismo mundo!
[Su orgullo y terquedad son muy grandes, además de que no es alguien que se muerda la lengua, pero se percata del temblor y, hasta él, tiene que saber que hay prioridades antes de seguir una discusión.]
¡¿Y podrías calmarte?! ¡No actúes como un idiota y se consiente de lo que estás haciendo! [Te hace un gesto para que te percates sobre el temblor y el rocío del pasto.]
Sé que una vida de peleas constantes y tener que siempre estarte preocupando por como tus acciones podrían afectar a otros, no es algo que se pueda querer. Pero enfría tu cabeza y no te desquites con quienes no tienen la culpa.