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[Pasa uno de sus brazos por tu espalda, pegándote más y enfocando su mirada en las flamas, resoplando suave.] Todos mis consejeros me pidieron las cualidades que buscaba en una mujer. Les di una lista absurda e irreal pensando que los cansaría en un par de años. Intentaron casarme por los primeros ocho años.
Las casamenteras me prohibieron volver a llamarlas por varios motivos.