No me río de ti, amigo mío, sino de dicha por el giro afortunado de los eventos. [Se pone más serio con lo segundo.]
¿Una espada, dices? Veamos qué podemos hacer al respecto. [Diciendo eso, se va a mover a bajarte con cuidado al suelo, desprendiendo su capa para que puedas quedar aún envuelto en ella.]