[Sigue mirando por la ventana, casi sin ver realmente. Y habla quedo, aunque se nota la rabia contenida en su voz.]
Tú estabas avergonzado, luego de ser un niño. Pero yo nunca me avergoncé de cómo soy. [Suelta una risa sin humor.] No, me envidio a mí mismo. ¿Te das cuenta de lo estúpido que es eso?