[Sigue con la respiración agitada, y te mira atentamente, como considerándote y la espada que aún sujetas. Y luego trata de incorporarse lo más que puede contigo así encima, y habla calmado.]
Cuando sientas que puedes moverte, suelta la espada y aléjate al otro extremo de la cama. Si intentas algo más, el dolor regresará al triple.