[De pronto se escucha que algo... rasguña la puerta del otro lado, y olfatea por debajo. Él mismo masculla una maldición.]
Mierda. [Sin apartar la mirada de la puerta lleva una mano a tu boca para cubrirla, sólo por si acaso. Porque el perro del otro lado ahora está gruñendo bajito. Lo llama, para llamar su atención.]