No soy un sacerdote, Will. No estoy aquí para decirte lo que deberías o no deberías hacer. [No desde un punto de vista moral, al menos. Quita su mano, moviéndose para empezar a guardar las cosas en el botiquín.]
Estoy aquí para ayudarte a reconocer aquello que sientes. La culpa parece estar presente y, como tu psiquiatra, sí es mi deber advertirte que la culpa, una reacción tan natural como puede ser, en cantidades inadecuadas y puesta en el lugar incorrecto, puede causar más daño que bien, tanto para ti mismo como para quienes te rodean.
Pero, especialmente para ti, con tu habilidad para asimilar con tanta claridad la mentalidad de otros, asumir culpas innecesarias podría ser un juego agotador y peligroso. Escoge sabiamente por qué quieres hacerte responsable, Will, y qué culpas deseas cargar. Y libérate de la culpa que sólo te hundirá bajo el agua.