[Alza la varita y la toca un momento con su mano libre, rozándola con los dedos.]
Me trajiste mucho dolor, pero fuiste una compañera fiel. Gracias. Ahora, es tiempo de descansar. Sirve bien a quienes me sigan. [La varita lanza chispitas doradas y eso lo hace sonreír a él, antes de inclinarse para depositar la varita en el cajón, y luego cerrarlo.]