[Sí, un poco. De todas formas lo pone algo tenso que le preguntes por eso, cuando es algo con lo que él no ha llegado a términos aún tampoco. Guarda silencio y luego suspira, dejando caer su mano a tu pecho, apoyándola ahí.]
[...] Siempre querré matarte un poco. [Parte de tu encanto, y eso.] Y si tienes que morir, tengo que ser yo el que te mate. [Pausa.]
... Pero sí disfruto de tu compañía. Y te extrañaría, si realmente te hubieras ido.