La primera. Me llevaban de ahí. Y decían que había sido malo, una y otra vez.
[Se toma una de las muñecas, mirándola.] Me ataban a una cruz, con alambres como con los que te corté a ti. Decían que tenían que sacar lo malo, y sangraba por las muñecas, pero no me curaba, y todo se llenaba de sangre.
Me dolía el costado, así que veía abajo, y estabas apuñalándome, pero estabas muerto, también.