David. [Ahora sí avanza de golpe, y lleva una rodilla al suelo para quedar a tu altura, a unos cuantos pasos de ti. Habla con vehemencia, casi enojado.]
Podría ahogarme en ron, y lo sabes. Pero no lo haré. [Busca tu mirada.] Necesito saber que no te quedarás solo.