Teníamos quice años e íbamos en el mismo instituto, un día vi a estos sujetos haciendo un alboroto en el patio. Allá nadie se metía en los asuntos de los demás, pero no podía permitir algo así... Eran cinco contra uno y ese uno era Gino.
Él... eran muchos pero aún así Gino nunca agachó la cabeza. Esos matones la agarraron con él por ser unos bastardos discriminadores. Pero Gino no tenía nada de lo que avergonzarse y lo sabía.
Así que le tendí una mano y barrí el suelo con esos pobres bastardos. [... Sonríe con afecto con el recuerdo.] Claro que lo primero que hizo fue regañarme. Gino solo es así.