[Es una suerte que ella esté apoyada contra el árbol o probablemente se caería al suelo con lo mareada que está, apenas pudiéndose las piernas. Pero sabe que tiene que actuar rápido, así que busca con dedos temblorosos, torpes y entumecidos otra de las estacas que lleva encima, tomándola y mostrándote los dientes, prácticamente gruñendo.]