[No le agrada mucho que le toquen la espalda, pero te deja hacer, dándose cuenta el alivio absurdo que siente por poder besarte de nuevo. Piensa en lo que le dijiste de comparar las situaciones, de cómo se sentiría si no hiciera más esto con otras personas o contigo...
Por un momento lo ahoga el ser más consciente de lo mucho que le gustas, tú que además de ser un hombre se supone que seas como su enemigo. Así que rompe el beso y apoya el rostro contra uno de tus hombros, intentando respirar profundo y tranquilizarse.]