El hombre que me lo vendió es una persona cruel. Pequeño por 'pequeño estúpido' porque consideraba que no entendía. Pero lo maltrataba y lo torturaba asustándolo con monstruos y bestias, así que no podía seguir lo que se le pedía por el miedo al látigo o a la falta de comida.
[Acaricia la nariz del caballo, riendo cuándo el animal nuzzlea su mano antes de volver a colgarle la cabeza del hombro, aún cuándo voltea a verte. Si te fijas un poco en la espalda del animal, hay el mismo tipo de cicatrices de garras que Fuego tiene en su espalda] Pero para cuándo lo compré, ya lo consideraba su nombre. No podía cambiárselo.