[Hay un hombre, acercándose por el camino que lleva al cementerio. Un hombre alto, pálido, muy rubio, y vestido completamente de negro, que no parece estar demasiado preocupado por encontrarse en un lugar que no conoce. Se ve más ocupado sacudiendo la tierra del ataúd de su largo y oscuro abrigo, examinando sus muñecas como si buscara algo en ellas, y entrecerrando los ojos en dirección al pueblo y el festival, donde puede sentir mucha gente moviéndose.
Curioso. Para alguien que técnicamente ha muerto un par de veces, no pensó que la muerte sería tan... pintoresca.]