[Su expresión se cierra un poco, apenas. Esa es... otra conversación.]
... Sí. [Hace una pausa.] Sé que me enamoré de un estafador. Pero también me enamoré del hombre que me salvó la vida cuando tenía todas las razones para dejarme ahogar, que fue paciente conmigo después de que yo lo insulté, golpeé y humillé, y que me recuerda cada vez que puede que yo valgo algo, porque sabe que a veces lo olvido.
¿O se supone que tengo que creer que todo eso es engaño también?