[Valora la empatía y la profesionalidad de ambos. Es algo que nunca recibió antes.
Él mismo pone la cabeza sobre sus hombros y acomoda su cabello. Pasa los dedos vagamente por las marcas en el cuello y luego por la de la estaca al nivel de su corazón. Ahí presiona su palma unos segundos, como confirmando de nuevo que no hay latido. Con esa misma mano toma la de Adrian, fría... más que antes incluso. Cuando se disculpaba por estar tan helado mientras compartían cama y Trevor le decía que no fuera tonto, vampiro testarudo.
Sujetando aún esa mano (pálida, más que eso-- casi gris como las cenizas que quedaron de los suyos) presiona su frente contra la de Adrian y murmura.] Te amo, vampiro bastardo. Lamento la demora.