[Sonríe a tu tono con lo de David] Fue a quejarse contigo y después conmigo. Si no estuviese muerto podría llegar a darle un consejo o dos.
Evidentemente no tanto. [Pone su otra mano sobre tu rodilla y baja la voz] Nadie sabe qué es lo que puede matarme, no es necesario que te preocupes por mi, Camille.