[¿Sabes qué? Sabe que estás insultándolo y todo eso, pero de hecho hasta le estás cayendo bien. Al menos eres divertido.]
Bueno, tengo que admitir que ese es un trabajo que se me da de maravilla. Pero no tengo nada que ganar engañándote, lo que convierte todo este juego de amenazas, francamente, en algo un poco inútil. [Te señala con un dedo.]
Aunque estoy seguro de que los Niños Perdidos no podrían estar más satisfechos de tenerte entre sus filas. Tal vez incluso tomar el lugar de Rufio.