Tengo... dioses. Nueve años. Casi diez. Y seguía pensando que era un maratón. Que habría un puto final. Que si aguantaba hasta cierto punto, que si hacía tantas cosas, que si saltaba tan putamente alto cómo los putos dioses querían, en algún punto íbamos a llegar al 'y vivieron'. Ni siquiera felices para siempre. Sólo... mierda. Terminaron la escuela. Fueron a la universidad. Compraron un auto. Pelearon sobre qué cereal comprar.