[Siente que se le aprieta el corazón, y no sabe si eres aún tú, o es sólo él. Pero de todas maneras se acerca rápidamente a ti-- si nunca le pareció bien verte triste, ahora mucho menos.]
Oh, no, querida. [Se sienta a tu lado, buscando en el interior de su abrigo un pañuelo que te extiende.] No necesitas disculparte.