[El anciano dueño de la biblioteca está allí, como siempre, entre sus estanterías de libros antiquísimos, pasando un plumero con delicadeza sobre los tomos de las primeras ediciones, y alguna que otra vasija del siglo II.]
[Sabe que, tarde o temprano, alguien entrará para curiosear, hacerle preguntas o, menos educadamente, demandar respuestas. Pero, está bien. Tras todos estos milenios, está acostumbrado. Mientras tenga una buena taza de té y una revista moderna de crochet a mano, puede enfrentar lo que sea.]