[Sí, eres tanto más... delgado y más bajito... Podría alzarte como saco de papas si quisiera, pero no va hacerlo. En vez de eso le da un apretón breve a tus muñecas para señalar que te quedes quieto, y le pone a su voz el tono más autoritativo que sabe.]
¡Napoleon! Dejarás de luchar y me escucharás. Y luego podrás irte.