[Y de pronto él ya no parece tan triste, y además de herido se ve-- enojado. Te queda mirando con los ojos vidriosos y la mandíbula apretada, y sube lento sus manos ligeramente temblorosas a sujetar tus muñecas, fuerte.]
... ¿Cómo puedes decir eso? [Su voz es casi un susurro, contenida y temblorosa.] ¿Cómo puedes decir que eres mi segunda opción? [Aprieta más fuerte tus muñecas, tan enojado que le cuesta encontrar las palabras.]
Por ti, yo-- yo... Yo he cuestionado todo. [Todo lo que creía. Sobre sí mismo, sobre lo demás.] ¿Y aún así te atreves a decir... a pensar...?